Romance del peregrino

 

Peregrino que caminas

del mundo por blandas sendas

y con polvo en las sandalias

y provisiones escuetas

buscas en tu corazón

lo que jamás fuera encuentras.

Besa, ¡oh noble peregrino!

su imagen, que aquí la llevas

arrugada en vuestro sayo

y esclava de tus cadenas.

Reza, ¡oh sabio peregrino!

porque en tus brazos la tengas

de la cintura ceñida

de un río en la ribera;

yaciendo entre margaritas

y amapolas lisonjeras

tendidos sobre la hierba

al sol de la primavera.

¡Triste de ti, peregrino!

Pues de ella lejos te encuentras,

por tierra extraña caminas,

por selvas y abruptas sierras.

Llegará el día dichoso

en que al fin consigas verla

pero hasta entonces caminas,

caminas por tristes tierras.

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