Oda
¡Cómo es tanta la belleza que asoma en tu fina cara! Si tan solo te mirara y encontrase tal proeza que solo a naturaleza y no a humana mano debe, perfecta sí, pero breve, Dios se maravillaría y el cielo a tus pies pondría pues la belleza, aunque leve a todos igual regala. Divino sin duda eres y además a los placeres escondes bajo tu ala y es tu mirada antesala de aquellas divinas preces. Exultante, sin dobleces, el hermoso bulto emerge y sutilmente converge mientras lascivo lo ofreces. Rompe el silencio un sonido que de sus labios emana, que desgarra, que profana, que le arrebata el sentido y al que el jilguero, ofendido, en vano acallar quisiera mas si intentarlo pudiera, ser sombra a tanta delicia a pesar de su codicia sería solo quimera. Suave rubor se levanta en su faz, en su sonrisa y acompañada de brisa al aire hermosura tanta, delira, se ofrece, canta; se echa al suelo