Romance del peregrino
Peregrino que caminas del mundo por blandas sendas y con polvo en las sandalias y provisiones escuetas buscas en tu corazón lo que jamás fuera encuentras. Besa, ¡oh noble peregrino! su imagen, que aquí la llevas arrugada en vuestro sayo y esclava de tus cadenas. Reza, ¡oh sabio peregrino! porque en tus brazos la tengas de la cintura ceñida de un río en la ribera; yaciendo entre margaritas y amapolas lisonjeras tendidos sobre la hierba al sol de la primavera. ¡Triste de ti, peregrino! Pues de ella lejos te encuentras, por tierra extraña caminas, por selvas y abruptas sierras. Llegará el día dichoso en que al fin consigas verla pero hasta entonces caminas, caminas por tristes tierras.