Soneto Nº3
Perdiéronse
mis pasos del camino
de
luna y mil estrellas rodeado.
Tortuosa
la senda se ha tornado
pregonando
con sombra mi destino.
En el cielo, cual lirio mortecino,
yace,
por el vil tiempo malogrado,
el
astro rey, antaño tan dorado
que
agoniza con tono vespertino.
Borráronse del cielo las estrellas,
cubiertas,
por mi mal, de negro manto.
La
luna ya limpió de aquí sus huellas,
solo
quedé ante el temible espanto
aquí
perdido ante la ausencia de ellas
sumido
en el dolor de mis quebrantos.
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